La utilidad de la gramática filosófica de Wittgenstein.

Le he encontrado utilidad al tomo de la gramática filosófica de Ludwig Wittgenstein. El tremendo bodoque de mil páginas que presenta con traducción bilingüe -alemán-español- la crítica al formalismo matemático de Frege ya no yace en mi biblioteca sino sobre la mesa. El tamaño del libro era ideal. La gramática filosófica -el ejemplar- me permitía apoyar sobre él el platito con las líneas de cocaina para poder tomar de allí sin tener que inclinarme tanto. Este libro me resulta muy útil para elevar el platito y tenerlo más cerca de la cara. Ahora, gracias a la gramática filosófica de Wittgenstein tengo una posición perfecta para tomar cocaina. Esto me permite poder sentarme en mi silla y tomar cocaina cómodo.
La otra vez le comentaba esto a alguien y resultó asombrado al escuchar que gracias a la grmática filosófica podía tomar cocaína. Al parecer mi interlocutor había interpretado que la lectura de esta obra había tenido alguna efecto en mi que me había hecho recurrir a la cocaina. Sólo entonces, cuando mi amigo me facilitó esta interpretación, me puse a pensar en esto. Esta suposición no era del todo absurda. ¿Podría ser posible que la lectura de Wittgenstein hubiera propiciado el consumo de drogas? ¿Acaso esta obra había creado una sensación de vacío como la que se experimenta de cara a una revelación filosófica como la de la contingencia de nuestra existencia?
Enseguida le contesté que no, que eso era imposible. -Lo imposible -respondió él, que parecía que tenía bien aceitada su lectura de Wittgenstein- es un enunciado como ese, una negación de un término presentado en primera instancia, plantear que algo (que es), no es. Lo que él decía, tenía al menos, algo de sentido a la luz de la lectura de Wittgenstein. Me costó mucho articular en un juego del lenguaje (ordinario) una proposición que enunciara la independencia del hecho de tomar cocaina y la lectura de la obra de Wittgenstein.
En definitiva, lo único que me interesabe de la gramática filosófica era su uso -en un sentido lato- práctico que nada tenía que ver con lo que Kant llamaría la razón pura, sino más bien para resolver un problema de la razón práctica. Dado el caso podría podría haber elegido cualquier otro tomo voluminoso como las obras completas de Borges o crimen y castigo de Dostoyevsky. En el caso de crimen y castigo, el tomo de este libro era un claro contrincante de la gramática filosófica. Podríamos decir que estos libros se parecen mucho físicamente. Tienen casi el mismo tamaño. El inconveniente con este libro de Dostoyevsky sí tiene que ver con una cuestión de contenido. Leer este título cada vez que inhalo una línea puede resultar incómodo. Pensar en el dilema dramático del crimen y el castigo mientras se toma cocaina puede resultar tormentoso.
Justamente esto -sugerir que el contenido de libro sobre el que tomaba cocaina guardaba alguna relación con éste echo- volvía a introducir la duda origial, de si el pensamiento de Wittgenstein había influido de alguna manera en que tomara cocaina. Sonaba absurdo. Pero aún así, crimen y castigo tenía las misma contextura física y para tal caso tenía la misma utilidad, sin embargo no podía hacerlo con este libro.
Si ese fuera el caso, estaba en deuda con Wittgenstein por haberme abierto nuevas experiencias. Si por el contrario, esto era un hecho fortuito del azar, tan solo debería sentir gratitud por este acontecimiento conveniente.
¿Como dar cuenta de esto? Como el mismo Wittgenstein decía. -"De lo que no se puede hablar mejor guardar silencio".


Publicar un comentario

0 Comentarios