Una gansha con Rad Brit

No era la primera celebridad que por mi trabajo como asistente de consierge del hotel, tenĂ­a la oportunidad de conocer. Bah, conocer, como conocer, no. Verlos de primera mano. En el mejor de los casos intercambiar unas breves palabras, como -¿Me podrĂ­a dar las llaves de mi habitaciĂ³n- Ă³ dar una explicacciĂ³n de como llegar a algĂºn lugar; en inglĂ©s, claro, cuando se trataba de una estrella de rock o de cine de origen angloparlante.
Tener la oportunidad de conocer a una estrella del espectĂ¡culo, gajes del oficio como decĂ­amos entre los compañeros de trabajo, era en algunos casos exitante, aunque dependiendo de la celebridad la experiencia podĂ­a ser tediosa y demandante. La privacidad, aunque no faltaban los intercambios de chismes entre los empleados de distintas areas como "house keeping" (eufemismo de "mucama"), los choferes y los demĂ¡s departamentos del hotel; se mantenĂ­a rigurosamente salvaguardada en un contrato de privacidad que nos hacian firmar al contratarnos.
El "gaje" de tener que conocer estrellas era -solo después de las propinas- uno de los mejores aspectos de este trabajo.
La mejor de estas experiencias fue la vez que Rad Brit se hospedo en el hotel. Rad Brit era una de las celebridades de Hollywood mĂ¡s famosas que jamĂ¡s haya visitado nuestro paĂ­s. Todos estaban exitados en el hotel. Los supervisores ya habĂ­an enterado al personal de la cĂ©lebre visita y el especial cuidado que debĂ­amos poner en nuestras tareas, en especial aquellos que tuvieran que tener contacto con el huesped.
La primera vez que lo vimos era de noche. Se encendieron cientos de destellos de flashes, se escuchĂ³ a una multitud enardecida y rudamente lo vimos pasar por la puerta directo al ascensor y a su habitaciĂ³n. La estrella en ningĂºn momento se detuvo en la recepciĂ³n, lugar al que me aferra mi tarea en el hotel.
Un par de dĂ­as mĂ¡s tarde, cumpliendo el turno noche en la recepciĂ³n, recibĂ­ un llamado de una habitaciĂ³n. Distraido atendĂ­ el llamdo. En inglĂ©s escuchĂ© alguien que decĂ­a -llamo de la habitaciĂ³n 1702. Un golpe repentino sacudiĂ³ mi mente cuando comprovĂ© que llamaban de la habitaciĂ³n de Rad Brit y que era Ă©l quien hablaba.
-Sí señor. Contesté atentamente.
-Estaba buscando algo para fumar- dice la voz al otro lado del teléfono.
-¿Cigarrillos, Señor? - Tratando de ser lo mĂ¡s servicial posible.
- No. No exactamente cigarrillos- y con una explicaciĂ³n nublada de excusa -algo que no se consigue usualmente en los Kioscos ni farmacias.
- Entiendo señor- que aunque no estaba completamente seguro de lo que me estaba pidiendo, queriendo poder ayudarlo en lo que me estaba pidiendo. A mi jucioRad Brit me estaba pidiendo "Gansha", "Cannabis": "Marihuana"! Las palabras justas que no podĂ­an ser usadas en esta conversaciĂ³n, por lo menos por mi. Nunca se puede estar completamente seguro con estas cosas.
- "Usted quiere que yo le consiga algo para fumar..." con la intenciĂ³n de comprabar mi hipĂ³tesis de la gansha.
-"Marihuana"- Dijo Ă©l en tono discreto.
- Dont worry Sir! - Asegurador. Me agradeciĂ³ y colgĂ³ el telĂ©fono.
Esta tarea era mucho menos que imposible. Casi sin pausa levanté mi celular y llamé a un "amigo" con quien siempre podía contar. Generalmente los tipos que venden marihuana son "amigables", una forma de camuflar el acto de vender marihuana con un favor entre amigos. Pero este amigo era el tipo de amigo que llamaba exclusivamente para pegar marihuana.
La misma conversaciĂ³n de siempre. Los mismos cĂ³digos: - "¿TenĂ©s?!". La misma negociaciĂ³n de siempre. Que la cantidad mĂ­nima que hay que comprar para que el te la lleve. Que si puede ser en un rato. ConseguĂ­ que Ă©l respondiera al llamdo del señor Brit de la forma mĂ¡s expeditivamente posible para este tipo de cosas.
Cuarenta minutos mĂ¡s tarde recibi en mi celular un llamada de mi amigo. Estaba en la esquina del hotel. Le digo que se acerque a la puerta lateral del hotel. Simulo un recreo para fumar. Saludo a mi amigo. Me hace una pregunta vanal. Repondo de cortesĂ­a. Voy directamente al punto. - ¿Lo trajiste? SĂ­ -responde- y lanza una mirada a la mano que lleva en el bolsillo. Le tiendo la mano en forma de saludo denotando que tengo dinero en la palma de la mano. Toma el dinero estrechĂ¡ndola. Una breve pausa. Miradas hacia los costados. Me pasa un paquete que queda al descubierto apenas un segundo. Nos saludamos. Se vĂ¡. Entro al hotel por la puerta lateral. Pido a alguien que me reemplace en la recepciĂ³n por unos minutos. Voy al baño para revisar lo que me han traido. Me asegurĂ© que estuviera bien. Era de una aceptablemente buena calidad. Sin duda no estaba a la altura de una estrella de Hollywood. Pero era lo que podĂ­a conseguir. SalĂ­ en rumbo a la tabaquerĂ­a que estaba en la galerĂ­a del hotel. ComprĂ© una paquete de papel para armar cigarrillos. EncarĂ© los asensores y me dirigĂ­ a la habitaciĂ³n 1702. Golpee la puerta un poco nervioso. EscuchĂ© la voz de Rad Brit preguntando -¿quien es? - Mariano Pepetto de la recepciĂ³n.
Se abriĂ³ la puerta y se asomĂ³ discretamente la cara de Rad Brit.
DespuĂ©s de un segundo de vacilaciĂ³n por la sorpresa: -De la recepciĂ³n; le traigo lo que me pidiĂ³.
Su expresiĂ³n cambiĂ³ inmediatamente. Su expresiĂ³n se iluminĂ³ y me invitĂ³ a pasar a la antesala que hacĂ­a de living en su habitaciĂ³n.
-Hola- en castellano -como estĂ¡s- me pregunta la estrella de Hollywood. -¿Nombre? preguntĂ¡ndome como me llamaba contrayendo lo mĂ¡s posible la frase en un castellano incĂ­pido.
-Mariano Repetto. -Mariano- me dice y aprovechando esa pausa extraigo de mi bolsillo el envoltorio con la marihuana y el paquete de papel. -Aquí tiene señor.
Se mostrĂ³ muy contento y agradecido.
-Want to join me? -me preguntĂ³. La verdad que la idea de tener que trabajar drogado no me entusiasmaba, pero la oportunidad de poder fumarme uno con Rad Brit era irrepetible asĂ­ que aceptĂ© con gusto. Me sugiriĂ³ indirectamente que armara el porro. Me dijo que me pusiera cĂ³modo y armara el canuto tranquilo. En medio de la labor de picado me ofreciĂ³ si querĂ­a tomar algo. AceptĂ© un vaso de agua. TerminĂ© de armar el porro. Me invitĂ³ a encenderlo y asĂ­ nos pusimos a fumar marihuana.
Él hizo un comentario que era buena. Le dije que era lo mejor que se podĂ­a conseguir sin un aviso mĂ¡s prolongado. Esto derivĂ³ en la tĂ­pica conversaciĂ³n de fumados. ErrĂ¡tica, divagada, desprejuiciada.
El porro se terminĂ³. TomĂ© mo vaso de agua. Me reincorporĂ©. Le dije a Rad Brit que tenĂ­a que volver a la recepciĂ³n. Se detuvo como si se hubiera acordado de algo y se dirigiĂ³ a el recinto de su habitaciĂ³n donde estaba la cama. Pocos segundos mĂ¡s tarde saliĂ³ del cuarto, se acercĂ³ a mi y me tendiĂ³ un billete de cien dĂ³lares y me preguntĂ³ si estaba bien. -MĂ¡s que suficiente, Muchas Gracias.
EstrechĂ³ mi mano y salĂ­ de la habitaciĂ³n. En el pasillo experimentĂ© una enorme satisfacciĂ³n por todo. Me sentĂ­a muy bien. La gansha habĂ­a pegado re-bien. HabĂ­a recibido una muy buena propina.
Me habĂ­a fumado una gansha con Rad Brit.

por: Tito Ortiz

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