Tatuajes - El Cuerpo escrito

Los tatuajes, como toda marca (distintiva) son elementos que constituyen la identidad. Los tatuajes son mucho más que ornamentos, formas de decorar el cuerpo, son marcas permanentes que son parte de la identidad. El tatuaje en sí, como este fenómeno contemporáneo -fuera del ámbito tribal- del tatuaje está relacionado con una manera de diferenciarse. Nos interesa, aunque sea tangencialmente, introducir algo respecto a la biopolítica, el biopoder, la resistencia y los tatuajes. Una pregunta que suele hacerse una persona que no tiene tatuaje es si duele hacércelo. Esta cuestión de sometimiento (voluntario) implica un aspecto del biopoder y de la biopolítica. A pocas personas entregamos nuestro cuerpo para que ejecuten sobre ellos, con cualquier objeto, prácticas dolorosas. Los médicos, quienes ejecutan castigos, y pocos sujetos más, entre ellos, los companeros prácticas sado-masoquistas y los tatuadores. El tatuador, como el médico o el cirujano, es una persona a la que entregamos nuestro cuerpo para ejecutar sobre el una práctica de trazado y llenado sobre el cuerpo, que más allá de si puede resultar placentera, es dolorosa. El tatuaje, durante su ejecución y los días subsiguientes, un herida. Pocos piensan en este momento transitivo del tatuaje, desde su trazado hasta su cicatrización. Por el contrario La segunda pregunta que se hacen los que no tienen tatuaje es, pero es para toda la vida?! Esto no es una pregunta que deje de tener importancia, pero más allá de este rasgo adquirido, marca una diferencia, con los necesarios efecto que ejerce sobre la identidad. El tatuaje es una marca de quien se es o se ha sido. Muchos tatuajes, aunque permanecen, ya no representan o manifiestan lo que una persona es o siente en otro momento. 

El tatuador es una persona en la que se deposita mucha confianza y se le entrega el cuerpo. El tatuador, además de ser una persona que marca cuerpo, inflige dolor sobre ellos. Crea heridas sobre el cuerpo. El tatuaje, apenas está terminado, es una maravilla, es una obra con un aura latente, que se presenta, literalmente en carne viva. Pocas cosas son más bellas -entre las obras de arte- que un tatuaje recién hecho. Sus colores vivos, su relieve, como si se asomara del cuerpo. Como toda herida, sangra. El tatuaje durante los primeros días experimentará una metamorfosis. La piel se desinflamará y expulsará los excesos de tinta a medida que cicatrice.
Este proceso de entrega del cuerpo para este tipo de intervenciones están directamente relacionados con la biopolítica. En la modernidad el nazismo marcaba con un tatuaje a los prisioneros de los campos de concentración. Este ejemplo de los campos sirve para iluminar sobre la cuestión del tatuaje y la biopolítica. Ahora, cual es entonces la diferencia entre esos tatuajes de los campos y los tatuajes que nos hacemos voluntariamente?


Así como los tatuajes de los campos de concentración servían para dejar una marca indeleble en los prisioneros, hacerles imposible borrarse ese rasgo distintivo, los tatuajes que podemos hacernos hoy voluntariamente implican, de la misma manera, pero con distinto contenido, una forma de marginarse o pertenecer a cierto grupo. En algún sentido el tatuaje -pensado en términos biopolíticos- implica una resistencia a un orden. Esto es, manifestar en el mismo cuerpo esa posición respecto a un orden biopolítico específico. En ciertos círculos específicos los tatuajes son menos un acto de resistencia que una construcción de jerarquía (hegemonía), especialmente en las pandillas y las poblaciones carcelarias. En estos espacios biopolíticos, el tatuaje más que una marca diferencial que separa, construye jerarquías y pertenecías.
Hay quienes sostienen que el cuerpo es un templo. Que mejor manera que adornarlo con tatuajes. Existe -ya mencionamos velozmente- un elemento primitivo y también trival en el tatuaje.
En una primera mirada uno estaría tentado a plantear este mero aspecto marginal, de los prisioneros, marineros y pandilleros, que no deja de tener importancia. Sin duda, fuera del grupo tribal, en la modernidad, estos grupos marginales fueron quienes adoptaron estas prácticas de marcarse el cuerpo. Después fué la cultura del rock'n'roll, que quizás imitando el gesto, queriendo parecer rudos, adoptaron el tatuaje como algo tan característico que en ciertos círculos es condición de pertenencia. No me imagino tocar en una banda de Hard-core sin tener tatuajes. Lo podría hacer, pero sin duda sería un gesto de singularidad o rebeldía dentro de la misma comunidad del género musical. 
En este porceso por el cual distintos grupos de músicos, artistas, así como otros grupos de afinidad que planteaban en distintos sentidos una crítica a un estilo de vida buguesa, al menos a sus sentido estético y su concepción del cuerpo, implica un proceso de resistencia biopolítico.
Hablando del tatuaje como acto de diferenciación y resistencia, no podemos dejar pasar que Tinelli también tiene tatuajes. En este sentido aquel movimiento de resistencia terminó siendo adoptado por el "mainstream" en un mero acto de vanidad superficial. Así es como nacieron las maripositas, los tréboles y muchos tatuajes diminutos que muchas chicas como varones reproducían como stencils, casi como en un proceso de reproducción en serie. Lo que en un momento servía para diferenciar ahora sirve para identificar, con estas pequenas marcas, momentos de locura y valentía en la que para acompanar a una amiga, se terminó haciendo un trevol, una mariposa o un corazón.
Hoy sin duda, con esta trivalización (de trivial no tribal) de los tatuajes se han creado estratos complejos donde el tatuaje, su contenido específico, el tamano, etc, son secundarios a la hora de clasificar en estos estratos. Tinelli, Sebastián Ortega, De Narvaez (como los casos que acabábamos de mencionar) tienen tatuajes y son la antítesis del marginal, el rebelde, que pertenece a movimientos de la contra-cultura. Por el contrario, son el "mainstram", los que disputan la hegemonía, del raiting, de la política, del discurso: -Ahora hacerse tatuajes está in! -Chicos, chicos, venimos a traerles un orden donde si se hacen un tatuaje no están transgrediendo nada. Háganse tatuajes que está todo bien! 
Los tatuajes, desde que son herida hasta marca indeleble, aunque inmanentes, adquieren distintos significados en distintos momentos, círculos y entornos.
Las implicaciones biopolíticas del tatuajen han transitado del campo de concentración, a las cárceles, los navíos mercantes, para pasar a los rock stars, artistas, bohemios y adolescentes embalentonados que se vuelven amas de casas con su marquita.
Las identificaciones que se pueden dar a partir de los tatuajes son múltiples y se puede pertenecer o manifestar distintas identidades con los tatuajes.
Lo que sigue sin cambiar, es que el tatuaje es un procedimiento sobre el cuerpo, una técnologia, un arte, que con distintos fines, opera marcando de forma definitiva al sujeto.
Una forma de arte que utiliza el cuerpo como lienzo. El tatuaje como forma de arte aporta nuevas formas iluminación, de expresar la singularidad de una manera violenta pero estéticamente bella.

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