Walter Benjamin y el pendejo que se cae de borrachera mientras mea

La Biblia y el Calefón vs. El Borracho y la Historia
Reflexiones profanas en torno a Walter Benjamin

Está obra sobre teoría estética está inspirada en dos cosas, o como estas dos cosas confluyeron en una sola cosa. Por un lado está el efecto, la sensación que provoca acercarse a la obra de Waler Benjamin (en este caso por haber publicando un fragmento de la tarea del traductor) y el efecto estético de ver este texto publicado en este blog junto a una foto de un joven en estado de ebriedad orinando sobre una cerca mientras cae al suelo casi en estado de inconsciencia. El algún sentido de una teología benjaminiana esto está entre la herejía y un exabrupto de una iluminación profana, un acto de irrupción espontánea que permite el acceso a un estado extra-cognitivo. Lo que en el porteno vulgar se llama "Me cayó la ficha". Cuando esta representación permite una experiencia inmediata con algún elemento que apele a una subjetividad que le permita concebirse como parte de una universalidad como puede ser la humanidad. *

La cuestión estética y la imágen del joven desvaneciente, además de introducir esa tensión herética de la obra de arte, literaria si se quiere en este caso y la "baja" o fotografía vulgar y en una cuestión de fondo, la historia misma, o la crítica de la historia como la posibilidad de crear puntos de vistas para mirar un momento (puede ser presente) tomando distancia, pero contando con el conocimiento previo, la cultura, la ideología de la cultura o situación que se está por estudiar poniendo en pausa ese mismo dispositivo que hace posible la comprensión del acontecimiento.
Justamente la lógica de este enfoque es poder hacer historia del presente, lo que por una cuestión de demarcación, de clasificación arbitraria, hace caer en la categoría de la crítica literaria. Esto más que pensar la crítica literaria como una historia del presente es poder pensar una crítica historia del presente que puede incluir una crítica de la literatura o hasta incluso de la cultura (en el sentido más amplio de la palabra) y el conocimiento.
En este sentido este acto estético -la fotografía- como producción de la "baja" cultura, o cultura de masas o popular (para ser un poco más contemporáneo) es un objeto de análisis de la historia (y hasta incluso del conocimiento).
La cuestión blasfema tiene que ver con esta pretensión, hacer historia de fotografías sacadas desde celulares en noches de parranda y borrachera y que justamente esta imagen muestre uno de los puntos más ingenuamente bajos y patéticos de la juventud (si se quiere, y con mucha ironía: de la humanidad!).
Este acto estético de resaltar lo abyecto, contraponer con tanta fuerza semejante transgresión a los textos sagrados, compilados por sus discipulos (o Salieris), de generar ese efecto de contraste, rechazo, incluso absurdo -específicamente por dedicar la pieza a Walter Benjamin, a la estética y la historia- permite senalar el extranamiento, la distancia que se intenta crear entre entre la mirada del historiador y aquel devenir que se desplaza frente a sus ojos.
Nuestro joven es un talismán que utilizamos en esta "sesión" (como en un acto religioso) para nuestro ritual de extranamiento y distanciamiento del presente que nos permite insertarlo en un continuo que posee una fuerza propia que tracciona continuamente este presente siempre actualizado.
Así como hablamos de lo estético, hablamos de lo teológico. El gran atractivo de este modelo es el elemento mesianico. Esto es, estar -desde este de punto crítico- del historiador del presente, que como en la sala de proyección de Tyler Durden (El Club de la pelea), donde el proyeccionista se permite un acto transgresor, filtrar fotogramas que se imprimirán (y crearán representaciones) en la cabecitas de los ninos que ven esa película.
Podemos pensar que Benjamin piensa en esta posibilidad, la de, teniendo acceso a este punto de vista privilegiado, intervenir sobre el presente, esto es, la historia. La idea de poder itroducir rupturas en los continuos, como Tyler Durden que logra filtrar pequenos fotogramas que de a poco irán construyendo una nueva consciencia, una consciencia que además de estar lista, está dispuesta a reemplazar por completo los fotogramas de las películas anteriores por fotogramas de nuevas películas que nos cuenten nuevos relatos, relatos inspiradores, que permitan cambiar la lógica de nuestro tiempo.
En este caso utilizamos, arbitrariamente, la foto del borracho para fetichizar un aspecto abyecto de nuestro presente. Algo muy presente pero muy difícil de mirar, contemplar, con una mirada de risa o tristeza, pero no forma parte de los anaqueles de la historia. En otras palabras la historia que no forma parte de la historia. Y aquí no es una cuestión de banalización de la historia sino el efecto de esta subjetividad que ve en algo abyecto, completamente nublado a la historia un acontecimiento que concatena una serie de elementos que dan sentido a la situación en un sentido de complitud. Esto es, el joven borracho que orina mientras cae ya no es el joven borracho que orina mientras cae sino una situación (porque alguien sostiene la cámara) y habrán estado en una mesa, con características, ornamentos típicos de una cultura, compartiendo una reunión o algún tipo de tertulia en la que habían juegos de palabras, que se corresponden a lenguas con tradiciones de producción y consumo de distintas bebidas alcohólicas pueden ser destiladas o fermentadas y allí, en esa descripción de estos elementos (no como en el naturalismo muerto) sino como en una alquimia de sentido. 

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*El tema con Benjamin, que a pesar de haber probado Hachís no llegó a las sustancias alucinógenas (propiamente dichas) que le habrían permitido pensar, al menos experimentar -por fuera de la estructura del lenguaje- formar parte de universales que propasan con vastidad a la humanidad, llendo a la naturaleza, como parte orgánica del uno humano, e inclusive el universo y las energías cósmicas (Salvia Divinorum)

** Esta es una reflexión filosófica discepoleana en el sentida de la biblia y el calefón, o en este caso, el borracho y la historia

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