Surrealismo, Sueño y Metáfora: Más alla del principio de Freud

Un aspecto interesante sobre los surrealistas es su relación con el sueño. En este sentido podríamos hablar de una reacción anti-freudiana, no en términos de oponerse a Freud, pero entendido desde una perspectiva opuesta. El sueño en el surrealismo no es un objeto interpretable. Por el contrario, los surrealistas se esfuerzan en presentar el sueño en su forma natural, con sus signos primitivos y su sintaxis singular. Desde esta perspectiva, el sueño, o sus signos, son considerados formas huecas y su valor es meramente estético y no significante. Esto exige preguntarse sobre si el valor estético está disociado del valor significante. Acaso ¿algo puede ser bello independientemente de su interpretación? ¿Acaso el arte es la manera de hacer virtual aquello que media nuestra percepción de las cosas en el mundo, creando la ilusión de que aquello, es ahí? ¿Acaso el surrealismo buscaba buscar una naturaleza de las cosas, del sueño, en la que las cosas son como aparecen, despojadas de los procesos a priori introducidos por el hombre. Una suerte de estado de naturaleza Rouseauninano, donde los hombres, los sueños, son libres. Esto es un gran logro para los surrealistas. Lograr plasmar una realidad -otra realidad- presentándola, en un desnudo estado de naturaleza onírica. ¿Donde está el sentido en la "otra realidad" surrealista? Su sentido está en que los signos no son otra cosa que ellos mismos, lo nos el recipiente de ningún significante. Los signos oníricos son recipientes vacíos que no encuentran puntos de anclaje para engancharse en la cadena. Gramática, la sintaxis, la semántica se encuentran desarmas, desnudas frente a estos signos, que no logran encadenarse en series, y razón por las que estas reglas no se aplican. El deseo -tal vez asociado con la libertad por el surrealismo- no se restringe ni se somete a estas reglas, son opuestos y antagónicos; y cuando el sueño cae bajo las garras del lenguaje, de la gramática, la sintaxis y la semántica; es decir se vuelve interpretable, provisto de sentido; desaparece, se esfuma. El sueños es aquello in intermediado. El merito de los surrealista fué su genuina búsqueda por la liberta. Si en los sueños, en ese momento que somos ahí y en sí, y donde no hay regla o interpretación posible, es cuando la conciencia se manifiesta en su estado más primitivo, por ello natural, o inherente a la condición humana. En este sentido, el sueño resulta un punto de partida propicio para manifestar esa libertad que ofrece un lenguaje sin reglas. El sueño en este sentido se vuelve una ilusión, de la misma manera que la libertad. El lenguaje de los sueños es un lenguaje desnudo, pero un lenguaje al fin. Esto significa que el lenguaje del sueño aunque no tenga sintaxis o gramática, no puede prescindir de signo. La soltura, la morphosis, la sustancia, del signo en el lenguaje del sueño, hace que al contacto del toque humano, se disuelve, como se derritiera, en nuestras manos, una pequeña estatua de arcilla multicolor, dejando un charco arco iris. Podemos interpretar las obras de los surrealistas, podemos darle sentido, lo que puede provocar dos consecuencias. La primera atenta, contra la obra, la cinematografía y el arte en general. Esto, reafirmar que estamos despiertos, y que lo sucedió es solo un sueño, olvidándolo -como todas las mañanas- continuamos con nuestra vida vigiliosa. La segunda, está relacionada con la práctica psicoanalítica. Esto es, recordar el sueño, tratar de evocarlo, esta vez en nuestra lengua conciente, y descubrir que deseo todavía ocultamos en el rincón oscuro de nuestra mente. Esta práctica, de encontrar, en nuestra realidad conciente, el lugar o la forma de manifestar los sueños, me parece, una práctica emancipatoria.

Para emanciparnos es necesario soñar.

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