Como Hacer Cosas con Palabras en el Registro / Género de la Política

Austin, Searl y Wittgenstein

¿Podemos estar seguros de que cuando afirmamos que alguien ha enunciado con verdad formulamos una apreciación de distinto tipo que cuando decimos que alguien ha argumentado con fundamento, que ha aconsejado bien, que ha juzgado en forma razonable o que ha censurado justificadamente? Estas cosas, ¿no tienen algo que ver, aunque de maneras complicadas, con los hechos?

J.Austin “Como Hacer Cosas con Palabras” Conferencia XI.

La oración proporciona, entonces, un medio convencional de lograr la intención de producir un cierto efecto ilocucionario en el oyente. (...); el Parlamento aprobó la investidura. Ciertamente, no existe una manera fácil en la que la representación clásica pueda dar cuenta de hechos como éstos. Esto es, no existe un conjunto simple de enunciados sobre propiedades físicas o psicológicas de estados de cosas al que sean reducibles los enunciados sobre hechos de este tipo.

J. Searl “Actos de Habla” Cap. 2.

I make assertions about reality, assertions wich have different degrees of assurance. How does the degree of assurance come out? What consequences has it?

L. Wittgenstein “On Certainty”§66.

Introducción.

El objeto de este trabajo es desarrollar muy acotadamente un aspecto específico que es mencionado en las dos últimas conferencias de “Como hacer cosas con palabras” de J. Austin. Con esto nos gustaría llegar a que en distintos géneros o registros discursivos los actos de habla presentan naturalezas distintas.

Podríamos decir que el “detonador” de este trabajo y el punto a partir del cual queremos llegar a nuestras conclusiones es la siguiente afirmación de Austin respecto a de que manera es posible que a la vez que se manifiesten las dimensiones performativas y constativas en un mismo acto de habla:

“Al decir que esa medida conducía al desempleo, yo no estaba previniendo o protestando; sólo estaba enunciando los hechos”[1].

Está claro que la razón por la que destacamos este pasaje y no cualquier otro donde Juan le promete algo Pedro se debe a que en esta afirmación se manifiesta un acto de habla donde pareciera que hay más participantes involucrados que Juan y Pedro, además que plantea un problema netamente político, donde los hechos para unos pueden ser ciertos y para muchos otros falsos.

En la tarea que nos proponemos y que comienza con esta afirmación o ejemplo propuesto por Austin, sumaremos la ayuda de Searl, básicamente para introducir 2 cuestiones, la primera, que

intentaría enmarcar esta cuestión dentro de un campo, puntualmente la analítica; y la segunda, para incorporar la categoría de expresiones referenciales definidas singulares; que en definitiva

no es otra cosa que el resultado de la descomposición de la noción de actos ilocucionarios que nos deja como resultados las variables (F) Fuerza ilocionaria, (R) Referencia y (P) Predicación.

De estas variables las últimas dos son las que más interés nos despiertan, aunque para acotar nos concentraremos solo en la referencia. Cabe destacar también que las categorías de “hechos brutos” y “hechos institucionales”, aunque no de manera acabada, sirven para apoyar la argumentación que aquí presentamos.

En este caso, Wittgenstein –quien está presente en el texto de Searl- nos ayudará a tender puentes, cuando no mediar, entre los argumentos que iremos tejiendo entre Austin y Searl.

Las Dimensiones de los Actos de Habla.

A manera de recapitulación y para mínimamente dar un marco a la cuestión que aquí queremos trabajar deberíamos traer las conclusiones que plantea Austin en la conferencia número XI. Básicamente lo que Austin pretende comprobar en esta conferencia es que cuando decimos algo:

1) estamos haciendo algo y, a la vez, diciendo algo, sin que ambas cosas se confundan, y

2) nuestra expresión puede ser afortunada o desafortunada (al par que, si se quiere, verdadera falsa).[2]

Básicamente si quisiéramos realizar un esquema de este principio de los actos de habla tendríamos algo así como:


Dimensión Perfomativa (Hacer)

Dimesión Constatativa (Decir)

Feliz / Desafortunada

Verdadera / Falsa

De manera que se podría decir que un acto de habla funciona en 2 dimensiones, una en la que tiene como objeto realizar algo que puede o no llevarse a cabo sin percance alguno y al mismo tiempo dice algo del “mundo de las cosas” donde esta aserción puede ser verdadera o falsa.

Sin alejarnos de lo que verdaderamente nos interesa –la dimensión performativa de los actos de habla- nos concentraremos en el aspecto constatativo de los mismos. Aquí es necesario retomar el ejemplo que proponemos como punto de partida, “Al decir que esa medida conducía al desempleo...”. En este sentido solo podemos afirmar que este enunciado es verdadero o es falso. Ahora, la pregunta que surge aquí -y para la cual necesitaremos la ayuda de Searl y Wittgenstein para responder- ¿en base a que podemos asegurar que este enunciado es verdadero o falso? La respuesta es muy simple: En base a otros enunciados. Aquí es donde adquiere relevancia la noción de analítica. Los enunciados ya no serían verdaderos o falsos en relación al “estado de las cosas” en el “mundo de las cosas” sino más bien, son verdaderos o falsos en relación a otros enunciados[3]. En el caso particular de Austin, él pareciera estar librado de la constricción de la analítica: “¿Es verdadero o falso lo que enuncié? Y tenemos la impresión de que esta pregunta, para hablar en términos populares, busca determinar si el enunciado ‘corresponde a los hechos’[4]. La cuestión aquí es descubrir la correspondencia entre los enunciados y los hechos. Incluso en este punto y para facilitar las cosas podríamos hasta prescindir de los efectos perlocucionarios de los mismos enunciados. Pareciera que el ejemplo que tomamos como punto de partido pareciera presentar más dificultades en su dimensión constatativa que en su dimensión performativa. Es decir, sabemos que puede traer efectos perlocucionarios independientemente de que constatativamente se pueda comprobar que sea verdadera o falso. Esto porque es más fácil acordar que dicha afirmación tendrá efectos a pesar que no podamos ponernos de acuerdo sobre si es cierta o no.

Este argumento plantearía que asumiendo esta dualidad de los actos de habla, incluso en el caso de no poder comprobar la facticidad de lo dicho en el enunciado, este puede seguir teniendo o cumpliendo su aspecto performativo.

En otras palabras, constatar la pretensión de validez de las cosas en términos de adecuación con los hechos como propone Austin[5] es algo sumamente difícil y se complica más aún en la medida que sumamos participantes que puedan llegar a estar involucrados en esta situación sin embargo esta dimensión puede ser independiente (o no) de sus resultados perlocucionarios.

El Mundo de las Cosas vs. el Mundo de la Analítica: Hacia un registro de la Política

Para no extender mucho más esta cuestión me parece que es momento de presentar los supuestos, acaso una hipótesis sobre hacia donde apunta este trabajo. Por otro lado también es tiempo que presentemos evidencia “del mundo de las cosas” o acaso del “registro de la política” para poder anclar esta discusión por medio de ejemplos concretos como los que presentan estos autores.

Los supuestos son 2. El primero, que existirían distintos registros acaso géneros[6]. El segundo supuesto es que la manera de hacer cosas mediante actos de habla en estos distintos géneros o registros es diferente.

El primer supuesto o hipótesis plantea que no es lo mismo que Juan le prometa algo a Pedro que el Estado o el presidente le prometa algo a todos los ciudadanos. El segundo supuesto o hipótesis apunta a que en el registro de la política simplemente con enunciados descriptivos o constatativos se puede hacer cosas ó que los enunciados constatativos, enunciados desde la política o posiciones de poder tienen una capacidad performativa independientemente que sean verdaderos o falsos.

Con respecto a la referencia, me gustaría anclar la cuestión en 2 proposiciones que no provienen de la analítica sino que son declaraciones de nuestro expresidente Carlos S. Menem que solía pronunciar con cierta frecuencia:

1. En la Argentina no hay pobres

2. Estamos en el primer mundo.

En este caso cabría verificar de que manera se manifiestan las dos dimensiones –la performativa y la constativa- en estos enunciados.

En defensa de Austin podemos rescatar lo que plantea respecto a que: “...hay cosas que uno no puede enunciar –que no tiene derecho a enunciar-, pues no está en situación de hacerlo[7]”. Está claro que automáticamente podemos intentar clasificar estos enunciado dentro de alguno de los infortunios que nos propone Austin y hasta cuestionarnos sobre la eticidad del lenguaje.

El principal problema –que a mi juicio- aquí se plantea es que es imposible comprobar si cualquiera de estas afirmaciones es verdaderas o falsas; y esto ya no en función de otros enunciados sino en término de la evidencia que nos puede brindar el “mundo de las cosas”. Si lograra reunir a diez personas partidarias de Menem y otras diez partidarias de cualquier otra persona, nos encontraremos frente a tremendo contratiempo. Para unos estas afirmaciones resultarán ciertas y para otros no.

Conclusiones: Un registro de la Política para los actos de habla.

Aunque ha sido muy escueta la presentación y la argumentación de estos puntos propongo –no sin cierta incomodidad- algunas conclusiones que intenten sostener los supuestos, acaso hipótesis que motivaron este breve trabajo.

En primer lugar, todos los ejemplos que se presentan en referencia a los actos de habla se dan en un marco analítico y si no fuera así, no dejan de darse en una situación individual o acotada. Aunque Searl y Austin, ya sea implícita o explícitamente reconocen la existencia de instituciones que de alguna manera rigen estos actos de habla, desconocen o niegan ámbitos más amplios e inclusivos como el de la polítia.

Por esta razón me gustaría establecer una distinción entre lo Analítico / Individual y lo Real / Público. Hasta incluso podríamos restringir esta distinción a solamente Individual y Público. En términos teóricos esta distinción puede resultar menor, pero en términos prácticos existe un abismo entre estas nociones. Puntualmente, no es lo mismo que Juan no cumpla su palabra al realizar una promesa a Juan, a que el presidente no cumpla una promesa que ha realizado a todos los ciudadanos. Personalmente, puedo estar muy triste porque Pedro haya sido defraudado, pero lo voy a estar mucho más si nuestro presidente o acaso el Estado nos defrauda a todos o por lo menos a muchos. Esta distinción de por sí me parece importante.

Ahora y para terminar, me gustaría resolver una cuestión más teórica, que de alguna manera presenta implicancias de lo anteriormente dicho y que en muchos sentidos refuerza la tesis de Austin.

En el caso de las afirmaciones de Menem: “En la Argentina no hay pobres” y “Estamos en el primer mundo”, tal vez el hecho de si son verdaderas o falsas es lo menos relevante que el efecto que esto puede llegar a producir. Claramente estas afirmaciones son Actos de Habla! Está claro que aunque no haya presencia de verbos realizativos y a pesar de los efectos perlocucionario (que claro, por demás está decirlo, los tienen) estamos frente a un acto de habla.

En definitiva, en el registro de la política, campo investido de poder, simples enunciados constatativos tienen la facultad de ser performativos independientemente de que sean verdaderos o falsos.



[1] J.Austin “Como Hacer Cosas con Palabras” Conferencia XI. Paidos. Pág. 180.

[2] Ibid

[3] Evidencia de esto en Searl encontramos en: “La sinonimia se define como: dos palabras son sinónimas si y sólo si tienen el mismo significado; y la analiticidad se define como: un enunciado es analítico si y sólo si es verdadero en virtud de su significado o por su definición” “Actos de Habla” pág. 15; “Si deseas saber si un enunciado es analítico, pregúntate si es verdadero por definición, o en virtud de su significado” pág 16. Wittgenstein por su lado diría “Whether a proposition can turn false after all depends on what i make count as determinants for that proposition” “On Certainty” pág 2. Y claro que cuando menciona esto lo hace en el marco de sus Juegos de Lenguaje que se dan solo en un marco analítico, o si se prefiere, en ese escenario de reglas y procedimientos (que Searl adopta) “The Blue an Brown Books: Preliminary Studies for the Philisophical Investigations Harper Torch. 1960.

[4] Ibid. Pág 187.

[5] Resulta interesante incluso que aparezcan casos o ejemplos del mundo del derecho y a mi juicio no representa un acercamiento al “mundo de las cosas”, los “hechos”, sino que el mundo del derecho presenta un marco analítico, o de juegos de lenguaje –para parafrasear a Wittgenstein- donde los enunciados son puestos a prueba en relación a otros enunciados. Una valoración personal a estos tres filósofos es que todos niegan o ignoran la existencia de la política, donde los juegos del lenguaje, acaso sus reglas, adquieren aspectos muy particulares.

[6] Aquí se presenta como siempre el problema del Metalenguaje. La noción de género que me gustaría presentar aquí difiere bastante de la de Searl, por eso mismo agrego la noción de registro, para diferenciar el utilizamiento de la categoría género.

[7] Ibid. Pág 184.

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